lunes, 17 de noviembre de 2008

El quince de marzo

No vas a decir que no lo sabías,
que todo fue tan rápido
que te tomó por sorpresa.
Desde el instante mismo
en que tu caballo
atravesó nadando
las aguas del Rubicón
lo supiste.
Tal vez por eso dudaste
durante un par de breves segundos.
Tal vez por eso volteaste
a ver a los ojos
de los hombres que te seguían.
Tus hombres.
Y luego, como tú mismo lo dijiste,
“la suerte estaba echada”.
Por eso no quisiste
demorarte en los placeres de Alejandría,
por que te urgía
llegar al quince de marzo.

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